Al igual que sucede con muchos personajes de la Grecia Arcaica, no tenemos muchos datos biográficos de la poetisa Safo de Lesbos. Nació en Mitilene (o en Ereso, según las fuentes), en la isla de Lesbos, hacia 650/610 a.C. y murió, según la tradición, alrededor de 580/570 a.C. en la isla de Léucade, en las islas Jónicas.
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Isla de Lesbos. Mapa de Giacomo Franco (1597) |
Su familia pertenecía a la oligarquía local, lo cual la obligó a
exiliarse un tiempo a Siracusa hacia 593 a.C. Otras fuentes, sin embargo, indican que nunca abandonó Lesbos (y por tanto no fue exiliada a Siracusa ni murió en la isla de Léucade). Tuvo tres hermanos, de los
cuales conocemos sus nombres (Caraxo, Larico y Erigio) gracias a sus poemas. Parece ser que se casó con Cércilas de Andros (una isla del mar Egeo) y tuvo una hija, Cleis, aunque algunos historiadores creen que se trataba de una joven amante. En este punto ya no hay nada claro, pues tenemos que fiarnos de las distintas traducciones, interpretaciones y fuentes históricas, que no siempre coinciden.
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Poetisa, posiblemente Safo de Lesbos. Fresco hallado en Pompeya (Siglo I d.C.) |
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Safo y Afrodita
Safo se identificaba con Afrodita, la diosa griega de la belleza y el amor, a quien dedicó su más famoso poema: Oda a Afrodita. Es el único poema de Safo que nos ha llegado completo, gracias a que el escritor griego Dionisio de Halicarnaso citó su obra en el siglo I a.C. Esto no era algo excepcional, pues muchos escritos de la Antigüedad nos han llegado a través de citaciones de autores posteriores. Lo que sí nos puede sorprender más es que, cinco siglos después de su muerte, el nombre de Safo siga perenne en el mundo heleno. Y es que este hecho denota hasta qué punto fue influyente su poesía, pues el mejor indicador para medir la influencia de un autor es ver las veces que su contenido se reproduce y durante cuánto tiempo perdura en el tiempo.
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Copia romana de la Afrodita de Cnido de Praxíteles |
Aunque aquí no vamos a entrar a analizar en profundidad la Oda a Afrodita, sí que señalaremos que está compuesta por siete estrofas sáficas, nombradas en honor a Safo (otra muestra del calado de su obra). El poema versa básicamente sobre el ruego de Safo a Afrodita para que ésta cumpla su anhelo de devolverle un amor renegado. Aquí encontramos dos interpretaciones distintas. La mayoría de autores sostiene que su amada es una mujer, aunque esto no está del todo claro. La culpa la tiene la traducción, pues en una de sus interpretaciones el sexo del personaje en cuestión queda indefinido. Otros autores afirman además que la amada no podía ser una mujer, pues aluden que Afrodita es la diosa del amor heterosexual, pero este punto es más controvertido.
El círculo de Safo
Mucho se ha especulado acerca del fin del popularmente conocido como
círculo de Safo. Máximo de Tiro (siglo II d.C.) compara a Safo con Sócrates bajo el punto de vista pedagógico. Safo sería, por tanto, una pedagoga de la isla de Lesbos, a quién acudirían jóvenes mujeres de la oligarquía local para educarse. Pero a Máximo y Safo les separan siete siglos, por lo que es importante analizar también el resto de interpretaciones.
Se ha querido ver en el círculo de Safo una especie de grupo dominado por el libertinaje, ya sea homosexual (de donde surgió la palabra
lesbiana al asociarse a Safo con la homosexualidad femenina y ésta con la isla de Lesbos) o heterosexual (hubo quien expuso a Safo como un ejemplo peyorativo de la promiscuidad femenina). Volviendo al primer punto, en la Antigüedad también se la consideró un ejemplo de hetera homosexual. Las heteras en la Antigua Grecia eran cortesanas que gozaban de gran prestigio social. De hecho, eran de las pocas mujeres que recibían educación, y sus opiniones eran respetadas por los hombres. De hecho, una de las heteras más famosas (aunque hay quien cuestiona que fuese una hetera de verdad) fue Aspasia de Mileto, compañera de Pericles que influyó notablemente en la Atenas del Siglo de Oro (en el siglo V a.C., entre el fin de las guerras médicas y la guerra del Peloponeso).
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Safo y Alceo. Óleo de Lawrence Alma-Tadema (1881) |
Otra interpretación es que el círculo de Safo era una especie de asociación religiosa vinculada al dios Dioniso (Tíaso) en la que sus servidores se entregaban a la locura y el éxtasis.
Volviendo a la primera interpretación, se sabe que, además del de Safo, había al menos otros dos círculos
similares en la isla de Lesbos: el de Andrómeda y el de Gorgo, con fines
similares, algo que parece apoyar esta interpretación. En cualquier caso, lo que sabemos con bastante certeza es que las jóvenes que acudían al círculo de Safo aprendían a componer versos, recitarlos, danzar, tocar la lira, entre otras dotes.
Pero Safo no se relacionaba solo con mujeres en el ámbito de la erudición. Se sabe que Alceo, coetáneo suyo de la isla de Lesbos (y amigo y posible amante), intercambiaba poemas con ella. Al igual que Safo, Alceo también pertenecía a la oligarquía local. Ambos vivieron en una burbuja, aislados del mundo exterior. No es por tanto de extrañar que el mundo que nos muestra Safo en sus poemas diste leguas del día a día del resto de mujeres de Lesbos y la Antigua Grecia.
Seguramente nunca llegaremos a saber con certeza el fin del círculo de Safo, pero no cabe duda de que aún veintiséis siglos después sigue resultándonos fascinante, al igual que toda su vida y legado.
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Busto romano con la inscripción "Safo de Ereso". Copia del original griego del siglo V a.C. Ereso era una antigua ciudad de Lesbos situada al oeste de Mitilene. |